Claves para ser un buen director en el escenario actual

Los directores están siendo fuertemente desafiados en una realidad incierta y volátil. Frente a este escenario, hoy más que nunca juegan un rol crítico en las empresas y es importante que hagan bien su mandato.

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¿Cómo ser un buen director? Esta pregunta, con la crisis provocada por el Covid-19, es más sensible que nunca para las empresas.  Después de todo, el directorio debe tomar una posición proactiva y asegurar que la organización esté preparada y tenga los recursos, los liderazgos y las capacidades mínimas para empezar a funcionar en la recuperación. En esa línea, los directores deben estar trabajando comprometidamente en los planes para los distintos escenarios posibles (de alta incertidumbre) de la nueva normalidad.

De esta forma, las competencias que tenga un director son claves en el escenario actual. Lo primero que debe lograr quien ocupe esta posición es generar un liderazgo, para ocuparse del cambio. Uno de los motivos por los que el liderazgo ha adquirido importancia en los últimos años tiene que ver con que el mundo empresarial se ha hecho más volátil, con cambios tecnológicos que se suceden a endiablada velocidad y una cada vez mayor competencia internacional.

En ese contexto, un buen director debe tener muy claro que la interacción con la administración debe cambiar. Por ejemplo, el director debe cuestionar los planes de reducción de personas ya que, si me deshago de todo el talento y quedo anémico, no voy a tener el recurso necesario para salir con fuerza en la recuperación.  Dentro de sus funciones debiera estar elaborar un plan de acción de crisis que no quite oxígeno y permita conservar talento.

Para lograr lo anterior, un buen director debe tener conocimientos actualizados y competencias. Solo así podrá responder a estas exigencias.  Debe contar, por ejemplo, con habilidades técnicas para originar competencias en una tarea concreta. En otras palabras, el director debe tener la capacidad para aplicar el know how a un campo determinado dentro de la empresa, poniendo en práctica los conocimientos y transmitiendo la experiencia.

También es clave que sepan escuchar, para conocer el rumbo de la empresa. Un alto ejecutivo no puede esperar a una reunión de directorio para recién enterarse del tema. El director se contacta con gente de la organización, para cotejar el rumbo de la empresa.

Otra característica bien valorada para un director es la independencia. Para un director es fundamental lograr una libertad de ideas y toma de decisiones. Este hecho cobra notoriedad en empresas familiares con directorios totalmente conformados por miembros de la familia.

Por último, también es importante tener expertise en el manejo de personas, retención y atracción del talento, lo que es clave en tiempos de crisis cuando necesitas contar con talento crítico.  En ese sentido, es interesante integrar directores de perfiles distintos, atraer personas con miradas diferentes, con diversidad no solo de género, sino de opiniones. En definitiva, gente con realidades distintas.

El valor de la organización estará dado por la capacidad de tener un propósito claro en cómo la empresa se integra en la sociedad que participa. En ese sentido, un buen director debe preocuparse que la administración identifique cuáles cambios serán permanentes y cuáles serán temporales, además de definir la profundidad y costo de éstos (los cambios).

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