¿Hombre o mujer?, ¿joven o con experiencia? No hay recetas a la hora de identificar cuál es el perfil ideal para ser consultor independiente. Sin embargo, hay características que sí son muy valoradas por las empresas que requieren de estos servicios. Acá las detallamos.
No es sencillo ser asesor externo de una empresa. Al hacer una consultoría de negocio, el experto busca que la compañía logre incrementar su productividad. Afrontar este reto significa un profundo cambio en los modelos y procesos de negocio, en la forma de operar de la firma y en su modo de hacer las cosas.
Para lograr esta transformación, la empresa necesita abordar el cambio siguiendo un método que le asegure el éxito: ideas frescas para hacer las cosas de una forma diferente, nuevos conocimientos para adaptar su negocio a la nueva realidad del mercado, además de imparcialidad en el análisis de su situación de partida y para reflexionar sobre su enfoque de negocio.
Todo esto es lo que le ofrece un consultor externo. Por lo mismo, no es indiferente quién ese consultor. Sin embargo, lo cierto es que no hay fórmulas previas para el éxito. ¿Hombre o mujer?, ¿joven o experimentado? Más allá de estas características, sí hay ciertas condiciones que todo consultor externo debe tener. Y es que el buen asesor empresarial además de la capacidad y conocimientos técnicos, tiene que tener entre otras cualidades. Estas son las más importantes.
Lo primero es tener capacidad para escuchar: Sólo de esta forma el experto podrá entender la situación y especificidad de cada empresa, además de las claves para abordar el problema. El asesor tiene que ser capaz de entender a todos los agentes del negocio: trabajadores, proveedores, clientes e incluso competencia.
Además, para hacer asesorías hay que ser flexible y paciente. El consultor debe trabajar involucrando a los miembros clave de la organización, pero sin alterar el día a día de sus funciones y responsabilidades. Debe conseguir sus objetivos y realizar sus análisis adaptándose a la dinámica del negocio y del cliente, pero respetando el plan de trabajo definido.
En paralelo, es clave ser objetivo e imparcial. Su misión es realizar un análisis objetivo, desde una posición de independencia, y detectar las soluciones más viables, evitando juicios de valor o sesgos durante el proceso.
Para lograr lo anterior, un buen consultor independiente necesita ser analítico: Él (o ella) debe ser capaz de obtener información que soporte sus propuestas, investigando, generando y relacionando distintos datos y elementos de decisión para llegar a construir alternativas factibles y soportadas racionalmente.
Por otra parte, es importante ser un generador de alternativas. Esta es una cualidad fundamental en el consultor, pues el cliente espera que le ofrezca alternativas válidas para su empresa y su entorno. Estas alternativas deben ser innovadoras, útiles, prácticas y concretas, con una clara justificación de sus génesis y su factibilidad e idoneidad.
Por último, también hay que ser capaz de transmitir de forma correcta las ventajas y desventajas de estas alternativas. Es decir, ser un buen comunicado. Quien se dedique a la consultoría de negocios tiene que tener facilidad de palabra y ser capaz de hacerse entender. Es la única forma de lograr que sus planteamientos sean comprendidos y aceptados por la organización cliente.
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