Hacer de todo o no dejar claras las expectativas relacionadas con el servicio que se entregará, son algunos de las fallas frecuentes que puede cometer un asesor de empresas.
Cuando las empresas contratan a un asesor externo, pueden presentarse una serie de problemas en la aplicación del servicio. Hay varios errores que se pueden cometer con el consultor independiente, que redundan finalmente en un servicio de peor calidad.
Una falla habitual es que el consultor acepte ser el “todero” de la compañía. Es decir, que no se centre en el conocimiento específico del tema por el que fue contratado y se involucre en muchos asuntos de la organización. ¿El problema? Puede no tener la experiencia necesaria y el remedio puede resultar peor que la enfermedad. En esa línea puede ser un gran error pretender abarcar integralmente todas las necesidades de la empresa contratante.
Según distintos expertos, hay tres modalidades en las que se puede generar una consultoría. La primera es a un nivel eminentemente operativo, que es la mencionada anteriormente y se identifica como la menos efectiva. También está la relación de “experto en el tema”, donde se delega en el consultor toda la responsabilidad. La empresa que contrata sus servicios simplemente se limita a confiar y seguir sus lineamientos.
Esta segunda figura también es peligrosa, ya que no se debe olvidar que el experto en el negocio es la empresa en sí misma. Por otra parte, la relación ideal es que sea 50/50. En esos casos, hay una relación de interdependencia y ninguna de las partes pierde criterio y autonomía.
Por otro lado, es importante entregar claridad con respecto de las expectativas relacionadas con el servicio. Este punto es un problema que puede generar muchos roces si es que no se aborda desde un principio. En ese sentido, un error común es que no se definan con especificidad los compromisos de las dos partes, los resultados esperados ni los aspectos puntuales del proceso. En esas situaciones las organizaciones terminan insatisfechas y el consultor pone en riesgo el prestigio y credibilidad.
En el proceso de aplicación de la asesoría también pueden presentarse fallas. Y es que hay que entender que habitualmente los cambios generan dudas, temor y ansiedad dentro de los miembros de la compañía. Mucho más cuando se sabe que se verá afectada la forma en que se trabaja, y en una primera instancia no está claro su alcance.
Por eso es fundamental la forma en que se comunique el proyecto al personal. Por otro lado, no alcanza con “mandar un memo”. La información que entregue el consultor externo debe ser frecuente, ya que los vacíos en la comunicación pueden motivar rumores, que crean un clima adverso y finalmente entorpecen el trabajo.
Nunca hay un exceso de información. Lo ideal es que se produzcan informes frecuentes sobre como va evolucionando el proyecto, y que se habiliten varios canales para que el personal haga llegar sus dudas.
Por último, si yo quiero ser consultor profesional, es importante tener muy claro cuál es el valor agregado que puedo entregar a alguna empresa. En los últimos años, la generación de nuevas empresas ha ido creciendo, así como la necesidad de asesorarse externamente.
Sin embargo, muchas de las personas que se dedican hacia la consultoría de negocios carecen de la preparación para obtener buenos resultados. Porque no es solo tener los conocimientos técnicos. Hay que tener la habilidad para conocer las necesidades del cliente y saber manejarlas.
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